...

12.11.2006

Recuerdos anónimos

El suspiro de mis recuerdos despierta alterado, intentando inhalar una gran bocanada de memoria y quedar a flote, pero los desdichados no hacen lo suficiente y, sin más, dejan caer su pesado cuerpo inmaterial y se pierden en el fondo de los pensamientos; permaneciendo ahí abajo, no sé dónde, tan anónimos, indescifrables y desconocidos como lo estuvieron siempre.

Lunes 06 de Noviembre de 2006
02:27 a.m.

8.06.2006

Untitled

Sé que no debería pasar de esta forma. No me dejas opción. Digamos que no es la forma idónea de terminar con algo así, pero vamos, ninguna lo es.

Demonios, si supieras el trabajo que me cuesta hablarte con este nudo en la garganta que apenas deja espacio para respirar… para no perder la costumbre, ¿cierto? Y es que así me tenías la mayor parte del tiempo, con una incertidumbre abrumadora por no saber cuánto durarían tus ausencias, cuándo me darías un golpe que me hiciera regresar a la realidad después de no sé cuánto tiempo viajando en busca de la efímera felicidad, todo para después, por enésima vez, encantarme como estúpida serpiente para enroscarme nuevamente inofensiva a tus pies.

Claro que pudo haber sido distinto; terminar por la distancia, falta de cariño o simplemente porque ya acabó, pero cómo terminar con algo que nunca en verdad empezó. Estar siempre ahí, esperando tus desplantes, tus anhelos, tus miles de palabras que servían únicamente para ensalzar a tantas otras para después dejarte escapar de nuevo, perdido entre realidades o entre sueños. Justo como ahora.

Quizá era la única forma de hacerlo, decirlo así, precisamente a tus sueños. Bien sabes que no lo habría tolerado distinto; imposible haberlo hecho cuando me vencía una intrincada sonrisa, siendo atada por miles de rizos mientras tus ojos me penetraban hasta los sesos.

Y ahora no serás nada más que una musa de otro sexo, una fuente de inspiración que –extrañamente- no es un semidiós en el harapiento cuerpo de una mente perturbada, sino quizá un agraciado ser alado recién llegado a lo tangible que tardó menos de lo que me toma imaginarlo en llenarse de una inmundicia absoluta, una vida repleta de porquería que solamente dejó la coraza de lo que alguna vez fue un Adonis en pleno siglo XXI.

“No serás nada más que eso”, repito inconscientemente –o quizá más consciente de lo que creo-, esperando que en algún momento se convierta en mi nueva verdad y no te de más cabida en mis pensamientos, que tu solo aroma me haga enfermar hasta voltear mis vísceras sobre tu recuerdo y que el hediondo jugo gástrico deshaga cualquier rastro que quede de ti.


06-08-06